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Entrevista Alumni PUCV, Camila Villavicencio, Specialist Control Trainee CIO en BHP

Camila Villavicencio egresó el 2022 de la carrera de Ingeniería Civil en Metalurgia Extractiva de la EIQ-PUCV, y en enero de este año decidió postular al cargo de Especialista de Sala de Control Trainee en el Centro Integrado de Operaciones (CIO) de la empresa BHP. “Actualmente, las faenas mineras y las plantas concentradoras se manejan a distancia, y lo que hace el CIO es un control remoto, operando desde Santiago. Lo que hago como especialista trainee es controlar los parámetros de la planta de manera remota, con el fin de cumplir los KPI correspondientes, señala Camila.

Esta joven profesional postuló a la empresa directamente a través de su sitio web, donde se ofrecían dos cargos de Especialista de Sala de Control, uno a plazo indefinido y otro a plazo definido, ella postuló a este último, ya que según explica no pedían experiencia previa. “La verdad es que pensé que no me había ido muy bien en la primera etapa, porque me dijeron que me iban a entregar el resultado de la postulación como en dos meses más. Esto fue un viernes, pero el lunes me llamaron para los exámenes físicos, me fue bien, pero me pidieron el certificado de título, y yo aún no lo tenía, ya que había salido recién en diciembre, además era febrero y estaba toda la universidad de vacaciones. Entonces la empresa me dio una prórroga, y me esperaron hasta la primera semana de marzo. Finalmente me enviaron la carta de oferta”, explica.

Camila comenta que los tres primeros días fueron bastante difíciles y desafiantes, pues en la universidad había adquirido la parte teórica de la carrera, pero en la práctica todo es bastante distinto. Por ejemplo, en BHP estoy aprendiendo flotación y uno ve la diferencia de lo teórico con lo práctico. En la universidad flotamos con una celda y en las plantas hay muchas más celdas a las que debes controlar su flujo permanentemente”, indica.

Esta profesional trabaja para la línea 2 de la Planta Concentradora de Minera Escondida, en lo que se llama Laguna Seca, donde debe interactuar con doce pantallas y comunicarse a través de una radio con un operador en terreno, para así controlar el proceso en todo momento. “Somos un equipo, yo lo ayudo a él, ya que no tiene acceso a las pantallas, y él me ayuda a mí con lo que no puedo ver en terreno”, añade.

Señala que una de las cosas que más le costó cuando se incorporó a la empresa, fue escuchar la radio. “Cuando llegué el primer día y me senté al lado de mi compañera que me enseña, yo escuchaba la radio y no entendía nada de lo que decían, porque la frecuencia no la lograba captar, y pensaba que quizás no iba a servir para el cargo. Ella me decía que tuviera paciencia que ya iba a empezar a entender. Y es cierto, es una habilidad que se adquiere, y ahora ya entiendo todo lo que dicen en la radio, y aunque no me hablen a mí, uno igual está escuchando todo. La verdad es muy entretenido, pero muy desafiante a la vez, ya que se trabaja bajo presión todo el rato. Además, siempre están pasando cosas distintas, entonces no siempre se resuelven los problemas de la misma forma, y eso, te motiva a aprender cada día más. La verdad es que me gusta mucho este trabajo porque todos los días se aprende algo nuevo, sobre todo porque me gusta trabajar en estado de alerta. Por otra parte, a las mujeres nos respetan demasiado, a pesar de estar en entrenamiento, jamás he sentido que me miren en menos o no me respeten por mi edad, ya que soy la más joven”, enfatiza.

Camila considera que ha tenido la fortuna de contar con muy buenos compañeros de trabajo, que la recibieron muy bien desde el primer día y le enseñaron mucho, “Me asignaron a una compañera que me tiene que enseñar, sin embargo, todos mis otros compañeros también me han ayudado mucho, y me explican”.

Con respecto a dejar la ciudad de Valparaíso para trabajar en Santiago, Camila señala que al principio fue un poco triste. “Yo soy de san Antonio, pero viví siete u ocho años en Valparaíso, entonces fue extraño el último día que estuve allá, dejar la ciudad después de tanto tiempo, sobre todo dejar a los amigos y compañeros, y saber que no vas a estar en la misma ciudad y que no podrás verlos en la universidad en el día a día. Todo eso me dio un poco de melancolía. Al principio me costó, pero la nostalgia después se supera y uno se acostumbra a vivir en Santiago”.

Tiene buenos recuerdos de la época universitaria, en general era buena alumna y le iba bien, a pesar de que señala que siempre hay profesores con los que se sufre más, pero aun así siente que estudiar en la EIQ fue diferente. “Antes estuve en otra universidad y se nota harto la diferencia. En la Escuela de Ingeniería Química de la PUCV los profesores son más cercanos, están más preocupados de sus alumnos, uno puede ir a sus oficinas y conversar con ellos, siempre están abiertos a escucharte y a enseñarte, más allá de los horarios de clases, y eso igual es súper valorable”.

Camila le tiene mucho cariño a su profesor guía de tesis, Pedro Robles, de quien tiene muy buenos recuerdos. “Él es muy buena persona y muy buen profesor, siempre estaba con su puerta abierta para recibirnos, para darnos una palabra de ánimo y para ayudarnos, aunque fuera sobre una inquietud relativa a un ramo que no dictaba. Siempre estaba disponible, entonces eso igual se valora mucho, porque no siempre uno tiene la posibilidad de tener contacto con ese tipo de profesores, sobre todo en la universidad, donde uno a veces pasa por momentos que son súper estresantes y agobiantes. Es muy valorable tener el apoyo de un profesor que te de tranquilidad y que te diga que uno puede, que quizás ahora te fue mal, pero que siga adelante porque después me va a ir bien. Esas palabras de ánimo te sirven mucho en esos momentos complejos”, señala.

En cuanto a las competencias adquiridas en la Escuela de Ingeniería Química, Camila considera que las herramientas relacionadas con las habilidades blandas son las que más le servirán en este nuevo trabajo. “En BHP está bien instalado el tema del liderazgo, y hubo un ramo que tuve en la universidad, el cual no recuerdo bien como se llamaba, que me ha servido mucho en los diálogos de desempeño que se realizan a diario en la empresa. Estas reuniones pueden ser lideradas por cualquiera de nosotros y ahí preguntan sobre cómo estamos y sobre las amenazas que percibimos en los procesos que supervisamos. A pesar de que aún no he tenido la posibilidad de liderar una de estas instancias, me he dado cuenta de que ahí sirven mucho ese tipo de herramientas”.

Una herramienta de gran importancia para la EIQ, como es la capacidad de trabajar en equipo, le ha servido muchísimo en su trabajo actual, ya que debe permanentemente interactuar y trabajar con muchas personas a la vez. “Ha sido una herramienta que me ha servido muchísimo, porque me he dado cuenta de que a otras personas les ha costado incorporarse a los equipos, ya que están más acostumbrados a trabajar solos. En cambio, en la EIQ nos incentivan a ser más compañeros y a trabajar en equipo. Por otro lado, La Caverna es un espacio que también propicia el encuentro entre todos, ahí estábamos todos juntos compartiendo día a día. También, las asignaturas no eran solo para una carrera, sino que en varias de ellas compartíamos con compañeros de Ingeniería Civil Química e Ingeniería Civil de Minas, lo que permite ir interactuando con otros grupos. Todas esas cosas marcan la diferencia cuando uno sale al mundo laboral”, concluye.

 

 

 

 

 

 

 

 

 






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